Enero de 2022 nos recibe con una investigación realizada en Alemania, según la cual, el papa emérito Benedicto XVI, cuando era en 1980 el Cardenal Arzobispo de Münich-Frisinga, encubrió a un sacerdote pederasta que fue trasladado a su Diócesis para tener apoyo psicológico por esa causa y, lo que ocurrió fue que se acrecentaron sus abusos, hasta ser enviado a otra sede episcopal donde siguió delinquiendo, hasta que finalmente se le redujo al estado laical, es decir, se le retiró del sacerdocio, lo cual ocurrió solo hasta 2016.

Esta noticia tiene que ver, igualmente, con los posibles encubrimientos de obispos y cardenales a situaciones particulares, que llevaron en 2014 a crear la Comisión Tutela Minorum por el papa Francisco, quien, además, en 2021 modificó el Código de Derecho Canónico para crear el tipo penal de pederastia dentro de la legislación de la Iglesia.

Ya en 2019, el Papa emérito, en las dieciocho páginas del texto “La Iglesia y los abusos sexuales”, para “ayudar en esta hora difícil” de la Iglesia, como el mismo Papa Emérito escribió, manifestó, que “ya no soy directamente responsable por ser emérito”.

Sin embargo, en ese documento, Benedicto XVI, dividió el texto en tres partes:

“En la primera busco presentar brevemente el amplio contexto del asunto, sin el cual el problema no se puede entender. Intento mostrar que en la década de 1960 ocurrió un gran evento, en una escala sin precedentes en la historia. Se puede decir que en los 20 años entre 1960 y 1980, los estándares vinculantes hasta entonces respecto a la sexualidad colapsaron completamente, y surgió una nueva normalidad que hasta ahora ha sido sujeta de varios laboriosos intentos de disrupción. En la segunda parte, busco precisar los efectos de esta situación en la formación de los sacerdotes y en sus vidas. Finalmente, en la tercera parte, me gustaría desarrollar algunas perspectivas para una adecuada respuesta por parte de la Iglesia”, manifestó.

De ese texto, poco conocido, se desprende hoy en día un análisis claro del “Mozart de la Teología” acerca de la situación de abusos por parte de integrantes de la Iglesia en Alemania, enfatizando que la culpa y el relajamiento de las costumbres se vino dando desde la Revolución del Mayo del 68.

Para Benedicto XVI, ahora en el ojo del huracán, la crisis de la justificación y la presentación de la moralidad católica llegaron a proporciones dramáticas al final de la década de 1980 y en la de 1990, precisamente correspondientes al período del informe donde el Papa emérito es cuestionado, época en la cual, la suspensión temporal del ministerio sacerdotal tenía que ser suficiente para generar purificación y clarificación por parte del sacerdote pederasta, lo cual no siempre ocurrió.

No obstante, el por entonces Cardenal Ratzinger, estuvo de acuerdo con el Papa Juan Pablo II en que era adecuado asignar estas ofensas a la Congregación para la Doctrina de la Fe, bajo el título de "Delicta maiora contra fidem".

Finalmente, Benedicto XVI se pregunta en ese documento de 2019: ¿Por qué la pedofilia llegó a tales proporciones? Al final de cuentas, la razón es la ausencia de Dios.